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El futuro de los robots y máquinas inteligentes

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Los robots de las películas de ciencia ficción dejaron de ser una ilusión. Las máquinas inteligentes ya están entre nosotros: pueden imitar el movimiento humano, hacer cálculos matemáticos y mucho más.

«Ya existe la posibilidad de dialogar con máquinas en forma oral, aunque se puede hacer solamente en dominios muy limitados», explica Agustín Gravano, investigador del Conicet y miembro del comité organizador de la Conferencia Internacional Conjunta sobre Inteligencia Artificial, que reunió la semana pasada en la Ciudad de Buenos Aires a más de mil expertos en la temática.

En diálogo con Postperiodistas, habló sobre la características de los aparatos «inteligentes», el funcionamiento de los sistemas que hoy permiten la comunicación oral entre las computadoras y el hombre; y los desafíos de este campo de trabajo.

Dr. Agustín Gravano
Dr. Agustín Gravano


– ¿Cuáles han sido las principales contribuciones de la última edición de IJCAI?

Sin dudas, hay una contribución que se destaca sobre el resto: la carta abierta que firmaron más de 1000 investigadores del área, urgiendo a los Estados a prohibir la construcción de armas autónomas (sistemas armados que pueden manejarse solos). La carta fue presentada en la ceremonia inaugural de IJCAI.

-Las computadoras hacen cada vez más cosas. ¿Las máquinas son inteligenes?

‘Inteligencia’ es una palabra demasiado amplia, difícil de definir. Prefiero hablar de habilidades concretas en tareas específicas. Visto así, queda claro que la computadora viene avanzando inexorablemente desde su aparición, ganándole al ser humano en cada vez más tareas.

 

-¿Podrán algún día imitar el razonamiento humano?

Hoy es natural que una computadora derrote al ser humano en cómputos aritméticos, en ajedrez, en tareas de optimización combinatoria, y en muchísimas otras tareas, y la lista no para de crecer. Incluso en tareas intrínsecamente ‘humanas’ como el manejo del lenguaje, los sistemas informáticos ya están llegando a desempeños sobrehumanos: por ejemplo, podemos procesar automáticamente grandes volúmenes de textos para extraer datos útiles, lo cual a un humano le llevaría décadas o siglos.

Entonces, sí, veo como algo inevitable que la inteligencia artificial vaya ganando lentamente esta batalla. La pregunta es si habrá tareas que quedarán como territorio exclusivo de la mente humana, y cuáles. Es difícil saberlo.

-¿En qué consiste la comunicación oral entre máquinas y hombres?

Los sistemas de diálogo hablado, programas capaces de entablar algún tipo de conversación con un humano, tienen varios módulos, cada uno con su función específica: identificar qué palabras dijo el usuario (Reconocimiento Automático del Habla); entender el mensaje contenido en esas palabras (Comprensión del Lenguaje Natural); buscar datos, razonar y decidir cómo responder (Administración del Diálogo); producir una o más oraciones de respuesta (Generación de Lenguaje Natural); decir en voz alta esas oraciones (Síntesis del Habla).

La ejecución de estos módulos completan un solo ciclo de una conversación (un solo «turno conversacional»). Luego el usuario dice algo más, y comienza todo de nuevo, y así hasta el final de la conversación.

-¿Esto ya se pone en práctica?

Hoy están apareciendo ejemplos muy impresionantes de sistemas de diálogo comerciales (por ejemplo, Apple Siri o Amazon Echo), aunque los usuarios todavía los describen como ‘robóticos’ o ‘poco naturales’. Mi trabajo de investigación se centra en modelar computacionalmente la enorme variabilidad del lenguaje oral (las sutiles pero importantes variaciones en nuestra voz a lo largo de una conversación), para luego incorporar ese conocimiento a los sistemas de diálogo y así intentar mejorar su naturalidad.


-Mucho se habla del Internet de las Cosas y de cómo las máquinas inteligentes hablan entre sí. ¿Qué sucede entre máquinas y humanos?

Ya existe la posibilidad de dialogar con máquinas en forma oral, aunque por ahora esto se puede hacer solamente en dominios muy limitados: pedir información al banco, hacer reservas de pasajes, resolver problemas técnicos con el cable, etc. En nuestro país hay muy pocos ejemplos. En Estados Unidos y en Japón estos sistemas son cada vez más comunes.

-¿Y en unos años?

El desafío a más largo plazo es construir sistemas de dominio abierto: máquinas que puedan hablar de cualquier cosa, incluso en forma coloquial. Es un desafío complicado: por ahora no tenemos mucha idea de cómo procesar el humor, el sarcasmo, y tantas otras sutilezas del lenguaje.

-En algunas redacciones del mundo, usan robots o algoritmos matemáticos para escribir artículos que requieren el manejo de muchos datos. Con este panorama, ¿cree que es posible que las máquinas reemplacen a los periodistas?

No creo que a corto ni mediano plazo las máquinas representen una amenaza creíble para cualquier profesión que requiera cierta dosis de creatividad e intelecto. La inteligencia artificial es una herramienta más, que puede servir para enriquecer nuestro trabajo, hacernos más competentes y competitivos. Pero depende de nosotros.

Ahora si un periodista solo aspira a recopilar noticias de otras fuentes, resumir y publicar, entonces sí, dentro de poco tiempo podrá verse reemplazado por un algoritmo como News Google o Columbia Newsblaster. Pero si el periodista no se conforma con esa tarea, entonces podrá aprovechar estas nuevas herramientas para dedicarle más tiempo a otras tareas más ricas de su profesión (análisis, investigación, etc.); es decir, podrá ir más en profundidad, en lugar de quedarse al nivel superficial que las máquinas pueden dominar con relativo éxito.

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