Cada vez es más difícil adivinar que parte de lo que estamos viendo en el mundo digital es real, y que parte no.
Ha simple vista, un bot y un trol parecen lo mismo. Aunque se los diferencia por sus usos. Mientras que el primero pasa desapercibido y se los reconoce como cuentas automatizadas o fantasmas; el segundo se encarga de hacerse notar a través de mensajes provocadores, irrelevantes y ofensivos. Un trol es una persona que utiliza sus redes para molestar, para que los destinatarios de sus mensajes pasen un mal rato.
En redes sociales, el uso de cada uno no es aleatorio.
El bot es utilizado, en su gran mayoría, para aumentar seguidores. Así lográs aumentar la cantidad de personas que una cuenta tiene, haciendo parecer que es seguido por un caudal de gente que en realidad no existe. Alrededor del mundo existen negocios basados en salas repletas de celulares interconectados, gestionados por máquinas, que contienen perfiles falsos. La compra de seguidores se ha vuelto un negocio del nuevo mundo digital.
El trol tiene una invención más diabólica. Aunque, también, pueden aparecer con cuentas falsas, tienen voz y voto. La idea es poder publicar contenido sarcástico, incendiario y polémico dirigido a una cuenta o movimiento buscando trastornar la comunicación de su entorno. Esto se puede realizar tanto usando una imagen personal como creando su perfil ficticio. El comportamiento de los trolls, para caber en esa definición, debe ser constante; oscilando entre lo irónico y lo digitalmente violento. Muchos los consideran los bullies de las redes sociales.